Introducción
Los escritores colombianos posteriores al boom decidieron desligarse por completo de García Márquez, de su sombra que los cubría y no los dejaba ser los escritores que ellos deseaban ser. Se puede escoger a Cien años de soledad como un punto medio en la línea de la literatura colombiana. Lo que se publicó después de esta novela, fue totalmente distinto a los parámetros establecidos por García Márquez. Todos los críticos, editores y lectores pedían ver al pueblo de Macondo y al coronel Aureliano Buendía en sus páginas, cuando estos escritores realmente querían mostrarnos otra realidad, crear sus propios estilos, desarrollar sus propios temas. Muchos de estos escritores odiaron a García Márquez, y aún más cuando este gano el Premio Nobel. Si a un lector promedio de Latinoamérica o de Europa se le pregunta sobre literatura colombiana, la respuesta inmediata es: Gabriel García Márquez. ¿Qué hay de los demás? Estos nuevos escritores tuvieron una larga batalla con los lectores (y sobre todo editores) para hacerse querer y respetar. Después de una larga contienda, lo lograron. Ahora sabemos de escritores como Vallejo, Gamboa, Jorge Franco o Laura Restrepo.
Bien sabemos que estos escritores desarrollan temas muy distintos a los de García Márquez. Pero el precursor de este cambio fue un contemporáneo del susodicho escritor: Andrés Caicedo. Este joven que se mató a los 25 años se mantuvo distante del boom y decidió escribir otro tipo de literatura, más orientada a la ciudad, a los temas post modernos como el cine y la música. Su literatura escatológica y mortificante fue desplazada para darle más importancia al fenómeno editorial que se desarrollaba por ese entonces, pero en la actualidad, se le está empezando a dar más importancia y notoriedad. Este escritor, realmente, fue el que dio a luz a toda esta generación de escritores que se desligaron de García Márquez. Sus obras como Calicalabozo y ¡Que viva la música! son claro ejemplo de la maestría y legado que ha dejado este joven escritor.
La violencia y narcotráfico trajo como consecuencia la migración de los provincianos a la ciudad. Existió una sobrepoblación y el provinciano trató de sobrevivir en la capital. Se suponía que en la capital existía la solución para sus problemas, pero la realidad era muy distinta. Fue una suerte de “cholinización” de los años cincuenta que ocurrió en el Perú en el gobierno de Odría. La literatura colombiana de las últimas décadas está caracterizada por dejar el tema del campo para pasar a la ciudad. Prefieren los temas citadinos que los campesinos. La literatura colombiana trabajó todos estos problemas, sumándole el vacío, la perdición la soledad, la música, el sexo, drogas, prostitución y narcotráfico. A partir de ese entonces, se deja de lado lo real-maravilloso de Colombia para pasar a un siguiente plano: la realidad que viven los colombianos desde los años ochenta hasta la actualidad. Muchos lo han llamado el sicarismo (de sicario, literatura que aborda el tema del narcotráfico), pero algunos no lo consideran como una corriente literaria, porque no hay estética presente en tal línea narrativa. La pregunta es, ¿hasta qué punto una historia deja de ser literatura?
Estos escritores colombianos, en los últimos años, están siendo cada vez más conocidos y son acreedores de varios premios literarios, como el caso de Laura Restrepo (ganadora del Alfaguara de Novela 2004) y Santiago Gamboa (Premio Médicis y Premio La otra orilla).
Autor
Nació en Bogotá, en 1965. Estudió literatura en la Universidad Javeriana de Bogotá. Luego emigró a Europa, donde vivió en Madrid (licenciándose en Filología hispánica en la Universidad Complutense) y en París (donde estudió Literatura cubana en la Universidad de La Sorbona). Paralelamente, en París, trabajó como periodista en el Servicio América Latina de Radio Francia Internacional (RFI) de 1993 hasta 1997, desempeñándose como encargado de los programas literarios y de índole cultural.
En 1993 fue nombrado corresponsal en París del periódico El Tiempo de Bogotá. En 1995 publica su primera novela, Páginas de vuelta, que fue considerada por la crítica como “una novela que rompe todos los caminos recorridos por la más reciente literatura colombiana”. Aquí ya se puede ver claramente la ruptura de los escritores colombianos con el patriarca. En 1997 publica su segunda novela, Perder es cuestión de método, la cual recibió excelentes comentarios en España y América Latina, y que hoy ha sido traducida a quince idiomas. En 2005 se estrenó su versión cinematográfica, dirigida por Sergio Cabrera, que circuló con éxito por 37 países.
En 1999 publica Tragedia del hombre que amaba en los aeropuertos, una narración breve, en el volumen Cuentos Apátridas. En septiembre del 2000 publicó Vida feliz de un joven llamado Esteban. Participó en varias antologías de narradores latinoamericanos, caso de McOndo, Líneas Aéreas, Cuentos caníbales, y otras antologías realizadas en Francia, Alemania y Yugoslavia.
Ha colaborado en revistas como Gatopardo, Planeta Humano, GQ, Perfiles, SOHO, Internazionale y en publicaciones del grupo Repubblica. En octubre de 2001 publicó Octubre en Pekín, narración de viajes en la capital china. En 2003 publica la novela Los impostores, traducida a dieciséis idiomas. En 2004 una recopilación de cuentos El cerco de Bogotá y en 2005 su novela El síndrome de Ulises, finalista del premio Rómulo Gallegos 2007, cuya versión francesa, en 2007, fue finalista del premio Medicis a la mejor novela extranjera en Francia y su edición portuguesa finalista del premio Casino de Povoa en 2008.
Obra
Se asemeja a un thriller. Un asesinato desencadena una serie de investigaciones alrededor del caso que involucra a muchos personajes, entre mafiosos, policías, periodistas, aficionados, meretrices, etc. Es el panorama esencial, los bajos fondos y las altas esferas del poder, para la realización de la obra. El lenguaje y la descripción de los hechos y lugares son perfectos, ya que cualquier lector puede interpretarlos y llevarlos a su propio espacio y tiempo. El escritor conoce mucho acerca de las gestiones que se realizan en la novela, ya que tiene la total libertad de revelar o no muchas de las cosas ocultas en la historia. El carácter lineal del tiempo, y las tres historias contadas (dos de las cuales al mismo tiempo y otra que narra experiencias que serán contadas en algún futuro) en cada capítulo alternado, ayuda a que la lectura de la novela sea más entretenida y al lector lo deje en suspenso.
La utilización del humor negro, el romanticismo, la acción y el erotismo sugerido es impresionante. Una mezcla de sentimientos encontrados produce en el lector una suerte de vivir a la par de los personajes todas sus reacciones mientras se presentan los hechos. Los sorprendidos son a la vez los personajes y el lector. El autor es el que maneja los hilos de la historia, sabe cómo son sus personajes y qué van a hacer, todos los demás son espectadores y realizadores de la historia.
La estructura que tiene la novela, a pesar que ya ha sido y es bastante utilizada por escritores que se dedican a la temática de la novela negra, Santiago Gamboa lo tiene bien logrado. Al inicio de la novela nos presenta un asesinato, nos lo describe detalladamente a través de un reporte periodístico. El misterio en este caso no solamente es saber la identificación del empalado, sino también quienes fueron los asesinos y el motivo de por qué lo mataron. Es increíble la manera en la que Gamboa combina los escenarios y los personajes para mantener la intriga del lector. Conforme pasan las páginas, nos va presentando a los protagonistas y los hechos que van a desencadenar todos los misterios encerrados en la novela. Casi pasando la mitad de la novela, nosotros sabemos todos los enigmas anteriormente señalados. Pero, la sorpresa final que nos tiene oculta es saber qué sucederá con Silanpa que fue el que descubrió todas estas cosas y si también a los responsables de las movidas mafiosas les cae el peso de la ley. Pero, como bien sabemos, a los corruptos, por más presos o arruinados que se encuentren, siempre se salen con su cometido, y con el dinero, arreglan todos los problemas.
La utilización de reportes policiales y periodísticos brindan una mayor información a la lectura, al igual que los recursos folclóricos de la ciudad donde se realizan los hechos.
Un factor muy importante es la aparición de la mujer en los momentos de grave tensión en la novela. De una manera u otra, la presencia de la mujer, ya sea Mónica o Quica, siempre es fundamental para la próxima actuación del personaje. Lo que hace o no la mujer siempre es decisiva para la evolución o degradación psicológica del personaje.
Mónica es el personaje femenino mejor logrado, porque ella hace todo lo anteriormente señalado, influye de cierta manera lo que un personaje puede hacer. El final de la novela, cumplir con su cometido y largarse de una vez por todas, es lo mejor.
En la temática, se pueden tomar varias líneas si tomamos como ejemplo a la mafia, que en Colombia es un tema bastante desarrollado por los escritores de hoy. Cabe decir también que la mafia colombiana no es exclusiva, sino también se puede notar en varios países latinoamericanos. La investigación periodística es clave para descubrir las enredaderas policiales y corruptas de la historia de Gamboa. Se puede notar que el periodismo tiene una fuerza de acción increíble, pero también corren riesgos al momento de investigar muy a fondo toda esta problemática corrupta. La prostitución, como una especie de liberación del personaje principal y un ejemplo más de corrupción y abundancia de dinero. Los romances frustrados y pendencieros, esos que toman al personaje del cuello y siempre deciden sus pasos son increíbles. El lado romántico de la novela le da un matiz diferente pero obligado para que sea una excelente novela. Lo erótico es otra de los temas mejores logrados, ya que no cae en la vulgaridad. Por más que se cuente una relación con una prostituta, no cae en el facilismo de soltar palabras fáciles de pseudo excitación. Todos los diálogos están muy bien llevados en esas escenas, causando un área de impacto y complicidad con los sentimientos del personaje.
Una particularidad de la novela es que introduce algunas características peruanas, como el caso de los versos de “Los heraldos negros”, la mención de Vargas Llosa y el vino Tacama. Cabe destacar que Vargas Llosa influyó en la narrativa de Santiago Gamboa.
Película
La película de Sergio Cabrera, a mi parecer, fue una decepción de adaptación. La realización de la cinta se asemeja más a una telenovela mexicana que a un thriller. La actuación de los personajes, a excepción de Estupiñán, son vagas y nada semejantes a los de la novela. Su psicología está muy lejos de parecerse a los de la novela. Aparte del desempeño de los actores y del director, el guión, que es lo que más interesa, estuvo lejos de ser una buena adaptación de la novela.
Un guión de cine no puede trasladar al pie de la letra cada página de la novela. El cine se vale de imágenes y actuaciones que suplantan las palabras del autor. Pero, en este largo, las imágenes no fueron de mucha ayuda. Los personajes están más llevados a su avaricia, por lo que desde un inicio aparecen nerviosos e intrigados, no tan irónicos y preocupados como en un inicio aparecieron en la novela. También se hace gala a la facilidad sexual y erótica para la atención del espectador, que reemplaza al sentimentalismo y erotismo sugerido de la novela. Creo, a mi parecer, que hay un abuso de desnudos que en varias escenas no tenían que estar presentes.
Este es el punto de comparación más evidente y triste de ambas obras. En la novela de Gamboa, Silanpa es un tipo que depende de las actitudes de su amada Mónica para realizar su trabajo como investigador. Su relación con Quica solo es pasajera, como un desfogue de su estrés que implica el trabajo, como llenar el vacío que le ha dejado amada. En la cinta de Cabrera, Mónica solo aparece en una fotografía y es apenas mencionada un par de veces. Quica se traslada como un personaje principal y de mayor hegemonía en el tema. En la película, a Quica se le suma la “ternura” de Mónica y parece que sus actitudes son las que deciden los movimientos de Silanpa. Y, suprimir el personaje de Mónica, ya es un mal paso, ya que este personaje es uno de los mejores logrados de la novela de Gamboa. Un cambio innecesario también es en el personaje de la secretaria de Barragán, quien desde un inicio se ve como una chica fácil para ganarse al jefe, mientras que en la novela, la secretaria es apenas una mujer sencilla que piensa que por hacerle favores al jefe va a ganar un poco más de dinero.
El final también debió ser mejor trabajado. Me parece muy rápido y no tan impactante como sí lo tiene la novela. En suma, la película estuvo muy lejos de igualarse a la novela de Gamboa. Se sabe bien que para las ventas en la taquilla latinoamericana, una buena alternativa es la de presentar constantes desnudos y disparos a quemarropa; pero, en el caso de esta película, no dio resultado. Si se puede rescatar algún detalle artístico en el largo, es que en dos pequeñas tomas, salen en primer plano dos novelas de Roberto Bolaño, una de ellas muy bien colocada: Los detectives salvajes. Cabe destacar que Bolaño fue un amigo cercano de Gamboa, y supongo que, para darle un aire más artístico y realviceralista a la película, fueron incluidas estas dos tomas.
Los escritores colombianos posteriores al boom decidieron desligarse por completo de García Márquez, de su sombra que los cubría y no los dejaba ser los escritores que ellos deseaban ser. Se puede escoger a Cien años de soledad como un punto medio en la línea de la literatura colombiana. Lo que se publicó después de esta novela, fue totalmente distinto a los parámetros establecidos por García Márquez. Todos los críticos, editores y lectores pedían ver al pueblo de Macondo y al coronel Aureliano Buendía en sus páginas, cuando estos escritores realmente querían mostrarnos otra realidad, crear sus propios estilos, desarrollar sus propios temas. Muchos de estos escritores odiaron a García Márquez, y aún más cuando este gano el Premio Nobel. Si a un lector promedio de Latinoamérica o de Europa se le pregunta sobre literatura colombiana, la respuesta inmediata es: Gabriel García Márquez. ¿Qué hay de los demás? Estos nuevos escritores tuvieron una larga batalla con los lectores (y sobre todo editores) para hacerse querer y respetar. Después de una larga contienda, lo lograron. Ahora sabemos de escritores como Vallejo, Gamboa, Jorge Franco o Laura Restrepo.
Bien sabemos que estos escritores desarrollan temas muy distintos a los de García Márquez. Pero el precursor de este cambio fue un contemporáneo del susodicho escritor: Andrés Caicedo. Este joven que se mató a los 25 años se mantuvo distante del boom y decidió escribir otro tipo de literatura, más orientada a la ciudad, a los temas post modernos como el cine y la música. Su literatura escatológica y mortificante fue desplazada para darle más importancia al fenómeno editorial que se desarrollaba por ese entonces, pero en la actualidad, se le está empezando a dar más importancia y notoriedad. Este escritor, realmente, fue el que dio a luz a toda esta generación de escritores que se desligaron de García Márquez. Sus obras como Calicalabozo y ¡Que viva la música! son claro ejemplo de la maestría y legado que ha dejado este joven escritor.
La violencia y narcotráfico trajo como consecuencia la migración de los provincianos a la ciudad. Existió una sobrepoblación y el provinciano trató de sobrevivir en la capital. Se suponía que en la capital existía la solución para sus problemas, pero la realidad era muy distinta. Fue una suerte de “cholinización” de los años cincuenta que ocurrió en el Perú en el gobierno de Odría. La literatura colombiana de las últimas décadas está caracterizada por dejar el tema del campo para pasar a la ciudad. Prefieren los temas citadinos que los campesinos. La literatura colombiana trabajó todos estos problemas, sumándole el vacío, la perdición la soledad, la música, el sexo, drogas, prostitución y narcotráfico. A partir de ese entonces, se deja de lado lo real-maravilloso de Colombia para pasar a un siguiente plano: la realidad que viven los colombianos desde los años ochenta hasta la actualidad. Muchos lo han llamado el sicarismo (de sicario, literatura que aborda el tema del narcotráfico), pero algunos no lo consideran como una corriente literaria, porque no hay estética presente en tal línea narrativa. La pregunta es, ¿hasta qué punto una historia deja de ser literatura?
Estos escritores colombianos, en los últimos años, están siendo cada vez más conocidos y son acreedores de varios premios literarios, como el caso de Laura Restrepo (ganadora del Alfaguara de Novela 2004) y Santiago Gamboa (Premio Médicis y Premio La otra orilla).
Autor
Nació en Bogotá, en 1965. Estudió literatura en la Universidad Javeriana de Bogotá. Luego emigró a Europa, donde vivió en Madrid (licenciándose en Filología hispánica en la Universidad Complutense) y en París (donde estudió Literatura cubana en la Universidad de La Sorbona). Paralelamente, en París, trabajó como periodista en el Servicio América Latina de Radio Francia Internacional (RFI) de 1993 hasta 1997, desempeñándose como encargado de los programas literarios y de índole cultural.
En 1993 fue nombrado corresponsal en París del periódico El Tiempo de Bogotá. En 1995 publica su primera novela, Páginas de vuelta, que fue considerada por la crítica como “una novela que rompe todos los caminos recorridos por la más reciente literatura colombiana”. Aquí ya se puede ver claramente la ruptura de los escritores colombianos con el patriarca. En 1997 publica su segunda novela, Perder es cuestión de método, la cual recibió excelentes comentarios en España y América Latina, y que hoy ha sido traducida a quince idiomas. En 2005 se estrenó su versión cinematográfica, dirigida por Sergio Cabrera, que circuló con éxito por 37 países.
En 1999 publica Tragedia del hombre que amaba en los aeropuertos, una narración breve, en el volumen Cuentos Apátridas. En septiembre del 2000 publicó Vida feliz de un joven llamado Esteban. Participó en varias antologías de narradores latinoamericanos, caso de McOndo, Líneas Aéreas, Cuentos caníbales, y otras antologías realizadas en Francia, Alemania y Yugoslavia.
Ha colaborado en revistas como Gatopardo, Planeta Humano, GQ, Perfiles, SOHO, Internazionale y en publicaciones del grupo Repubblica. En octubre de 2001 publicó Octubre en Pekín, narración de viajes en la capital china. En 2003 publica la novela Los impostores, traducida a dieciséis idiomas. En 2004 una recopilación de cuentos El cerco de Bogotá y en 2005 su novela El síndrome de Ulises, finalista del premio Rómulo Gallegos 2007, cuya versión francesa, en 2007, fue finalista del premio Medicis a la mejor novela extranjera en Francia y su edición portuguesa finalista del premio Casino de Povoa en 2008.
Obra
Se asemeja a un thriller. Un asesinato desencadena una serie de investigaciones alrededor del caso que involucra a muchos personajes, entre mafiosos, policías, periodistas, aficionados, meretrices, etc. Es el panorama esencial, los bajos fondos y las altas esferas del poder, para la realización de la obra. El lenguaje y la descripción de los hechos y lugares son perfectos, ya que cualquier lector puede interpretarlos y llevarlos a su propio espacio y tiempo. El escritor conoce mucho acerca de las gestiones que se realizan en la novela, ya que tiene la total libertad de revelar o no muchas de las cosas ocultas en la historia. El carácter lineal del tiempo, y las tres historias contadas (dos de las cuales al mismo tiempo y otra que narra experiencias que serán contadas en algún futuro) en cada capítulo alternado, ayuda a que la lectura de la novela sea más entretenida y al lector lo deje en suspenso.
La utilización del humor negro, el romanticismo, la acción y el erotismo sugerido es impresionante. Una mezcla de sentimientos encontrados produce en el lector una suerte de vivir a la par de los personajes todas sus reacciones mientras se presentan los hechos. Los sorprendidos son a la vez los personajes y el lector. El autor es el que maneja los hilos de la historia, sabe cómo son sus personajes y qué van a hacer, todos los demás son espectadores y realizadores de la historia.
La estructura que tiene la novela, a pesar que ya ha sido y es bastante utilizada por escritores que se dedican a la temática de la novela negra, Santiago Gamboa lo tiene bien logrado. Al inicio de la novela nos presenta un asesinato, nos lo describe detalladamente a través de un reporte periodístico. El misterio en este caso no solamente es saber la identificación del empalado, sino también quienes fueron los asesinos y el motivo de por qué lo mataron. Es increíble la manera en la que Gamboa combina los escenarios y los personajes para mantener la intriga del lector. Conforme pasan las páginas, nos va presentando a los protagonistas y los hechos que van a desencadenar todos los misterios encerrados en la novela. Casi pasando la mitad de la novela, nosotros sabemos todos los enigmas anteriormente señalados. Pero, la sorpresa final que nos tiene oculta es saber qué sucederá con Silanpa que fue el que descubrió todas estas cosas y si también a los responsables de las movidas mafiosas les cae el peso de la ley. Pero, como bien sabemos, a los corruptos, por más presos o arruinados que se encuentren, siempre se salen con su cometido, y con el dinero, arreglan todos los problemas.
La utilización de reportes policiales y periodísticos brindan una mayor información a la lectura, al igual que los recursos folclóricos de la ciudad donde se realizan los hechos.
Un factor muy importante es la aparición de la mujer en los momentos de grave tensión en la novela. De una manera u otra, la presencia de la mujer, ya sea Mónica o Quica, siempre es fundamental para la próxima actuación del personaje. Lo que hace o no la mujer siempre es decisiva para la evolución o degradación psicológica del personaje.
Mónica es el personaje femenino mejor logrado, porque ella hace todo lo anteriormente señalado, influye de cierta manera lo que un personaje puede hacer. El final de la novela, cumplir con su cometido y largarse de una vez por todas, es lo mejor.
En la temática, se pueden tomar varias líneas si tomamos como ejemplo a la mafia, que en Colombia es un tema bastante desarrollado por los escritores de hoy. Cabe decir también que la mafia colombiana no es exclusiva, sino también se puede notar en varios países latinoamericanos. La investigación periodística es clave para descubrir las enredaderas policiales y corruptas de la historia de Gamboa. Se puede notar que el periodismo tiene una fuerza de acción increíble, pero también corren riesgos al momento de investigar muy a fondo toda esta problemática corrupta. La prostitución, como una especie de liberación del personaje principal y un ejemplo más de corrupción y abundancia de dinero. Los romances frustrados y pendencieros, esos que toman al personaje del cuello y siempre deciden sus pasos son increíbles. El lado romántico de la novela le da un matiz diferente pero obligado para que sea una excelente novela. Lo erótico es otra de los temas mejores logrados, ya que no cae en la vulgaridad. Por más que se cuente una relación con una prostituta, no cae en el facilismo de soltar palabras fáciles de pseudo excitación. Todos los diálogos están muy bien llevados en esas escenas, causando un área de impacto y complicidad con los sentimientos del personaje.
Una particularidad de la novela es que introduce algunas características peruanas, como el caso de los versos de “Los heraldos negros”, la mención de Vargas Llosa y el vino Tacama. Cabe destacar que Vargas Llosa influyó en la narrativa de Santiago Gamboa.
Película
La película de Sergio Cabrera, a mi parecer, fue una decepción de adaptación. La realización de la cinta se asemeja más a una telenovela mexicana que a un thriller. La actuación de los personajes, a excepción de Estupiñán, son vagas y nada semejantes a los de la novela. Su psicología está muy lejos de parecerse a los de la novela. Aparte del desempeño de los actores y del director, el guión, que es lo que más interesa, estuvo lejos de ser una buena adaptación de la novela.
Un guión de cine no puede trasladar al pie de la letra cada página de la novela. El cine se vale de imágenes y actuaciones que suplantan las palabras del autor. Pero, en este largo, las imágenes no fueron de mucha ayuda. Los personajes están más llevados a su avaricia, por lo que desde un inicio aparecen nerviosos e intrigados, no tan irónicos y preocupados como en un inicio aparecieron en la novela. También se hace gala a la facilidad sexual y erótica para la atención del espectador, que reemplaza al sentimentalismo y erotismo sugerido de la novela. Creo, a mi parecer, que hay un abuso de desnudos que en varias escenas no tenían que estar presentes.
Este es el punto de comparación más evidente y triste de ambas obras. En la novela de Gamboa, Silanpa es un tipo que depende de las actitudes de su amada Mónica para realizar su trabajo como investigador. Su relación con Quica solo es pasajera, como un desfogue de su estrés que implica el trabajo, como llenar el vacío que le ha dejado amada. En la cinta de Cabrera, Mónica solo aparece en una fotografía y es apenas mencionada un par de veces. Quica se traslada como un personaje principal y de mayor hegemonía en el tema. En la película, a Quica se le suma la “ternura” de Mónica y parece que sus actitudes son las que deciden los movimientos de Silanpa. Y, suprimir el personaje de Mónica, ya es un mal paso, ya que este personaje es uno de los mejores logrados de la novela de Gamboa. Un cambio innecesario también es en el personaje de la secretaria de Barragán, quien desde un inicio se ve como una chica fácil para ganarse al jefe, mientras que en la novela, la secretaria es apenas una mujer sencilla que piensa que por hacerle favores al jefe va a ganar un poco más de dinero.
El final también debió ser mejor trabajado. Me parece muy rápido y no tan impactante como sí lo tiene la novela. En suma, la película estuvo muy lejos de igualarse a la novela de Gamboa. Se sabe bien que para las ventas en la taquilla latinoamericana, una buena alternativa es la de presentar constantes desnudos y disparos a quemarropa; pero, en el caso de esta película, no dio resultado. Si se puede rescatar algún detalle artístico en el largo, es que en dos pequeñas tomas, salen en primer plano dos novelas de Roberto Bolaño, una de ellas muy bien colocada: Los detectives salvajes. Cabe destacar que Bolaño fue un amigo cercano de Gamboa, y supongo que, para darle un aire más artístico y realviceralista a la película, fueron incluidas estas dos tomas.
Eduardo David Campos Dávila. Nació en diciembre del año 1990 en Jesús María. Estudió primaria y secundaria en el Colegio Parroquial Hno. Noé Zevallos Ortega y posteriormente Literatura en la Facultad de Letras de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Amante de la literatura, las fotografías, el cine de Burton y Chaplin, las puestas de sol y el mar. Un adicto a leer Cortázar, Alarcón y Vargas Llosa, mientras escucha alguna canción de Soda Stereo o Fito Páez.